20.10.2016

Argán – Palabra del día

Palabra del día: argán - EVS Translations
Palabra del día: argán – EVS Translations

Se puede encontrar aceite de argán, como ingrediente, en muchos productos para el cuidado personal y se ha vuelto algo parecido a las especias para la tarta de calabaza en octubre: no se puede evitar aunque se intente.

Y debe de haber razones sólidas para que el aceite suela denominarse «oro líquido». Se dice que las propiedades del aceite son tan amplias, que aparte de hacer que el pelo, la piel y las uñas tengan mejora aspecto, también puede mejorar la experiencia culinaria y hacer que la vida, en general, sea más brillante.

El aceite de argán es un producto que se extrae del fruto del árbol de argán, que es endémico de Marruecos. Este fruto es pequeño y redondo, y está compuesto de semillas rodeadas de una pulpa carnosa y una cáscara gruesa. Para obtener las semillas, se debe romper el fruto. Un hecho curioso sobre el proceso de extracción es que todavía se realiza a mano, cualquier intento por mecanizar el proceso no ha tenido éxito hasta el momento. En otras palabras, suelen ser las mujeres bereberes las que se dedican a esta ardua y larga tarea. Pero el proceso proporciona a las trabajadoras ingresos en una sociedad dominada por el hombre y les ayuda a ser más conscientes de sus propios derechos.

Una investigación de 2010 sobre las propiedades del aceite de argán descubrió que en comparación con otros aceites, el aceite de argán contiene más niveles de γ-tocoferol, un compuesto químico considerado vitamina E, que posee fuertes propiedades quimiopreventivas y antiinflamatorias. En cosmética, el aceite de argán se ha hecho cada vez más popular por sus beneficiosas propiedades hidratantes, antiedad y antiacné, y en el arte culinario, se utiliza como ingrediente para diferentes aderezos y salsas.

La etimología de argán deriva del término del idioma bereber, hablado principalmente en Argelia y Marruecos, para denominar el árbol y sus frutos. Lo más probable es que el término provenga del nombre de la ciudad marroquí de Agadir, de donde se cree que es originario el árbol. Los fenicios registraron en el año 1550 a. C. cómo los lugareños usaban el aceite de argán como producto cosmético y sanador para recuperarse de sus pesadas labores diarias.

Se cree que fue el famoso historiador y diplomático León el Africano, que aprendió acerca de los numerosos beneficios del aceite, quien lo trajo a Europa en 1510, donde inicialmente solo los nobles adinerados tenían la oportunidad de descubrir sus efectos de embellecimiento. Y tuvieron que pasar siglos hasta que este producto exótico formara parte del comercio entre Norteamérica y Europa.

El primer registro escrito impreso en inglés que menciona el árbol de argán apareció en 1809, cuando James Grey Jackson, que se pasó 16 años en Marruecos aprendiendo el idioma y absorbiendo la cultura, publicó su obra Account of the Empire of Morocco.

Y la primera definición del aceite de argán apareció en la década de 1870, en la séptima edición del Ure’s Dictionary of Arts, Manufactures and Mines, como: «El aceite de argán, […] extraído de los frutos del Argania Sideroxylon».

Casi un siglo y medio después, el aceite de argán se está volviendo la sensación internacional y es muy elogiado por los que prefieren sustancias orgánicas.