25.08.2015

Elixir – Palabra del día

Definitivamente, elixir no es una palabra que se use a diario. Pero cada vez que nos topamos con ella, las asociaciones que hacemos son de lo más extravagantes. Los comerciantes creativos le ponen la etiqueta de elixir a cualquier líquido, pero para aquellos que no trabajamos en departamentos de marketing, la palabra conlleva imágenes de pequeños frascos con formas extravagantes que contienen líquidos de colores brillantes con algún tipo de poder mágico. Sino, piense en todas las pociones «Bébeme» de Alicia en el País de las Maravillas.

La historia de la palabra elixir no decepcionará sus expectativas, pues su historia está, de hecho, relacionada con la magia.

Se cree que la palabra procede del término griego tardío xerion, que significa literalmente «polvo para el secado de heridas», y que claramente se utilizaba como remedio medicinal para ayudar a cicatrizar heridas abiertas.

La palabra elixir se usó por primera vez en torno al siglo VII d. C. en el latín medieval, derivada directamente de la palabra árabe empleada para definir una sustancia con cualidades milagrosas llamada al iksir.

Los primeros usos están relacionados con textos bíblicos y hacen referencia al agua o fuente de la vida.

¿Quién quiere vivir para siempre? Levanten las manos. Desde sus orígenes, la humanidad ha buscado el elixir de la vida eterna como panacea para todo tipo de enfermedades, e incluso para prolongar la vida eternamente o devolver la juventud, y siempre ha estado rodeado de cierto misticismo. Todos los mitos nombran una extravagante combinación de factores que deben cumplirse, por ejemplo, beberlo de un determinado tipo de recipiente, en un determinado momento y en determinadas condiciones, lo que puede que concurra una vez cada 1 000 años.

La mayoría de los intentos reales de las diferentes culturas por lograr crear este elixir han conllevado daños colaterales no relacionados con la magia; se sabe, por ejemplo, que muchos emperadores chinos murieron debido a la intoxicación con elixires que contenía mercurio.

Pero, ¿qué sentido tiene la vida eterna si se vive en pobreza? Ahí es donde entra en escena la búsqueda de la piedra filosofal: los alquimistas trataron de garantizar que la vida eterna también fuese una vida próspera. La legendaria substancia alquímica, además de ofrecer la inmortalidad, también debía convertir a su propietario en un afortunado rey Midas. Opus magnum (la Gran Obra) fue el término alquímico empleado para definir el proceso de creación de la piedra filosofal, que fue, de hecho, un trabajo grande y largo; las primeras referencias escritas a intentos datan del año 300 d. C.

Albertus Magnus, científico y filósofo del siglo XIII, escribió haber sido testigo de la creación de oro, sin embargo, que realmente descubriese la sustancia capaz de convertir metales comunes en oro es solo una leyenda.

La primera referencia escrita a la palabra elixir en la lengua inglesa está relacionada naturalmente con la búsqueda de la piedra filosofal y la contradicción con el dogma religioso de la mano de Geoffrey Chaucer y su obra de 1386 Canon’s Yeoman’s Tale (El cuento del criado del canónigo).

Matthew Hale pone punto final a la fiebre del oro con unas líneas muy sabias en su obra de 1676 Contemplations, moral and divine (Contemplaciones morales y divinas): «Un buen hombre es como el elixir, convierte hierro en oro».

En los cinco últimos siglos, el término elixir ha pasado a nombrar una tintura médica formada por más de una base (1605, Joseph Duchesne, The practise of chymicall, and hermeticall physicke (La práctica de la física química y hermética): «[El mercurio, el azufre y la sal]… juntos en una única unidad (a la cual los árabes llaman elixir)… será… una medicina, etc.» o la quintaesencia, el principio básico de una persona o cosa (1638, William Chillingworth, The religion of protestants a safe way to salvation (La religión de los protestantes, una forma segura para la salvación): «El espíritu y elixir de todo aquello que puede decirse en defensa de nuestra Iglesia y doctrina»).

Desde hace medio siglo, la industria cosmética no para de ofrecernos todo tipo de elixires extravagantes que prometen la eterna juventud, mientras que la industria del entretenimiento sigue bebiendo del exitoso argumento del «elixir del amor».