El colapso financiero de la inversión y el mercado inmobiliario en EE. UU. reveló muchos aspectos sobre ambos sectores. Demostró lo frágil que se había vuelto el sistema financiero en realidad y lo rápido que la caída de instituciones clave puede minar todo el frágil equilibro de los tipos de interés y las hipotecas. Al final, ni siquiera el plan de rescate financiero más importante de la historia de EE. UU. pudo detener la tendencia a la baja que había tomado la economía nacional. Cuando las burbujas de los mercados y los beneficios superinflados explotaron en el otoño de 2008, el consumidor medio observó conmocionado y con asombro cómo sus ahorros de toda una vida disminuían en cuestión de horas y cómo la economía supuestamente más fuerte del mundo se detenía bruscamente.
Mientras los consumidores y los gobiernos han aprendido la lección tras el fracaso financiero global, el sector empresarial estadounidense ha aprendido la suya. En los últimos años pocos aspectos de la dirección de empresas han experimentado un crecimiento tan rápido como el sector del cumplimiento. Cada vez más empresas se dan cuenta de los beneficios de endurecer las normas internas y de implementar auditorias y, por tanto, empiezan a crear entornos de trabajo cada vez más seguros y responsables. No obstante, establecer normas de funcionamiento y estándares internos no solo significa cumplir con las directrices de producción y los controles de calidad, sino que también significa implementar un código de conducta en toda la empresa. Al fomentar unas prácticas empresariales éticas e impulsar una atmósfera de transparencia, las empresas pueden ofrecer sus productos con una identidad corporativa que va más allá del ámbito de las reuniones de la directiva y las líneas de producción. Como resultado, las empresas con buenos departamentos de cumplimiento interno están creando entornos empresariales que reflejan y fomentan la integridad, no solo entre sus propios empleados, sino también entre sus proveedores y clientes. Así, el control interno constante y las evaluaciones de riesgos periódicas desempeñan un papel importante para garantizar a los empleados, proveedores y clientes que la empresa se esfuerza por adoptar prácticas empresariales responsables. Aunque puede que el cumplimiento empresarial no sea el santo grial de la dirección de empresas y no evite la próxima recesión mundial, puede que ayude al sector empresarial estadounidense a recuperarse, con responsabilidad, de los errores del pasado.
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