Mientras que el bloqueo ruso de las importaciones de productos agrícolas de la UE ha provocado rápidamente nuevas configuraciones en el suministro, otras sanciones económicas también están causando estragos. No solo en la lenta economía rusa, sino al mismo tiempo en los negocios occidentales que han estado dependiendo cada vez más de Rusia como mercado emergente. En especial, las empresas de ingeniería mecánica europeas y las operaciones agrícolas ya han visto su crecimiento en las ventas y en el mercado debilitado en Rusia debido a la tensión actual. Como resultado de las expectativas de crecimiento ajustadas, se calcula que hay 25.000 puestos de trabajo relacionados con las exportaciones en riesgo en Alemania. De forma parecida, otras economías dirigidas a las exportaciones están comenzando a ver la reacción negativa del aumento de la tensión en sus países. La empresa sueca de cosméticos Oriflame, por ejemplo, se ha visto obligada a cancelar un dividendo trimestral y a implementar medidas de reducción de costes inesperadas en un esfuerzo por abordar la caída en las ventas en dos de sus mayores mercados: Rusia y Ucrania.
Por supuesto, las empresas rusas notarán el impacto de las sanciones económicas continuas de forma más intensa, especialmente las que dependen de las últimas tecnologías. Pero el problema principal es el petróleo, el gas y su transporte, simplemente porque la economía rusa carece de la diversidad vertical y la profundidad de, por ejemplo, la economía alemana. El hecho de que haya tantas incógnitas sobre el presente y el futuro indica que las iniciativas se están llevando a cabo para reorganizar la balanza energética de Europa y Asia. Como importadores europeos tradicionales de petróleo y gas natural rusos, como Alemania, Polonia e Italia, están explorando nuevas opciones de suministro entre los países árabes, Canadá y EE. UU. A cambio, Rusia está asegurando nuevas vías de exportación para sus abundantes recursos. De forma significativa, China e India están apostando por el gas natural ruso como una fuente limpia y económica para satisfacer su creciente demanda de energía. China ya ha firmado un acuerdo de suministro de 30 años con la empresa rusa Gazprom por un valor estimado de 400.000 millones de dólares e India parece que está a punto de hacer lo mismo en un futuro próximo. En los sectores menos viables pero prestigiosos, como la exploración e investigación espacial, naciones emergentes y ambiciosas como México e Indonesia buscan cooperar con Rusia para romper el dominio de la NASA.
Sin duda, las sanciones son mecanismos discordantes que pueden tener efectos devastadores en la economía de un país. Solo el tiempo puede decir la forma en que la economía rusa podrá afrontar las recientes imposiciones y qué impacto tendrán las sanciones en los países que las aplican. Pero hay algo claro: el distanciamiento cada vez mayor entre Rusia y Occidente ha desencadenado una reorganización de la realidad económica. Algunas de estas nuevas alianzas pueden ser de corta duración, pero otras han llegado para quedarse. Aún así, hay algo cierto: Rusia y su economía van a ser un mercado al que vigilar.
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