21.04.2016

Ruibarbo – Palabra del día

Ruibarbo – Palabra del día - EVS Translations
Ruibarbo – Palabra del día – EVS Translations

¿Se trata de una fruta o de una verdura? Es simplemente ruibarbo, único en su especie.

En sus orígenes el ruibarbo fue una medicina. En China se utiliza su raíz desde hace miles de años con fines terapéuticos, hecho del que queda constancia por escrito en la obra The Classic of Herbal Medicine, un libro chino sobre agricultura y plantas medicinales que se cree podría datar de en torno al 2800 a. C.

En los relatos oficiales recopilados acerca de las dinastías de los emperadores chinos se incluyen numerosos ejemplos de usos terapéuticos del ruibarbo, el primero de ellos en el siglo VI, cuando el emperador Wu de Liang fue tratado con ruibarbo para curar la fiebre que padecía, no sin antes haberle advertido de que se trataba del medicamento más potente conocido y que debía tomarse con gran moderación.

La planta se importó en Grecia y Roma hacia el siglo I, hito que dejó plasmado por escrito el médico, farmacólogo y botánico romano Dioscorides, quien en su obra De Materia Medica señaló que la planta tenía buenas propiedades terapéuticas y que se cultivaba al otro lado del río Bósforo.

Para ser más exactos, la planta podía encontrarse a orillas del Volga y su nombre deriva del nombre del propio río. Los griegos se referían al Volga como Rha, que no era sino su nombre en escita antiguo, a lo que después se añadiría brabarum, que significa “extraño” (de hecho, la palabra “bárbaro” proviene de la misma raíz).

Esta planta desconocida cultivada por foráneos a lo largo del Volga llegó a ser un producto de fuerte exportación en Asia allá por el siglo X, aunque los elevados costes de transporte hicieron del ruibarbo un bien un tanto caro para la Europa medieval, hasta el punto de alcanzar en varias ocasiones el precio de especias tan valiosas como la canela o el azafrán.

Ya en el siglo XIII se habían importado en Gran Bretaña diferentes variedades de la planta, cuyo uso se debía fundamentalmente a sus propiedades terapéuticas.

La palabra inglesa con la que se hace referencia a esta planta deriva de la forma en francés antiguo rubarbe, de la que se tiene constancia por escrito por primera vez en 1390, en el poema The Pistel of Swete Susan.
La siguiente referencia escrita describe las propiedades de la planta para neutralizar los efectos de un consumo excesivo de vino, además de su participación en la elaboración. Esta se remonta a 1475, a la obra de M. A. Manzalaoui Secretum Secretorium, en la que apunta: “Cuando se toma el vino de manera extravagante, hace que la boca se torne hedionda, pues cambia su naturaleza al igual que una planta de nombre reubarbe“.

Las primeras fuentes en las que se recoge el uso culinario del ruibarbo datan de principios del siglo XVII, mientras que la primera receta escrita se encontraría en un libro de cocina de la década de 1760 titulado The complete confectioner: or the whole art of confectionary made plain and easy, una especie de manual sencillo de pastelería. A esta se sumarían algunos menús de postres dirigidos a familias escritos por Hannah Glasse: “Para hacer tartas de ruibarbo, coger tallos de ruibarbo inglés, pelarlos y cortarlos del tamaño de grosellas silvestres. A continuación, endulzarlos y proceder como si de una tarta de grosellas silvestres se tratara”.

El consumo generalizado de ruibarbo en Gran Bretaña comenzó a principios del siglo XIX como ingrediente de postres y para la elaboración de vino, si bien hubo que esperar hasta 1820 para que la planta hiciera aparición por vez primera en Estado Unidos.

Hoy en día el ruibarbo está clasificado como superalimento debido a los numerosos beneficios que aporta a la salud, en especial como remedio para el estreñimiento y la inflamación. Además, apenas tiene calorías: ¡solo 7 calorías por cada 100 g!

A partir de la década de 1920 se empezó a adoptar el término inglés rhubarb en la jerga coloquial con diversos significados: un ruido de murmullo de fondo, una conversación apenas audible, el ruido de una multitud, una palabra repetida por los actores de teatro para dar la impresión de alboroto o conversación, o incluso para referirse a una tontería o a algo sin valor alguno.