28.01.2014

Nos vemos en los tribunales

Nos vemos en los tribunales
Nos vemos en los tribunales – El caso se ocupa de Sustainable AgroEnergy plc, una empresa que fue sometida a administración judicial en marzo de 2012

Todos conocemos la famosa frase “hecha la ley, hecha la trampa”. Aunque no estemos de acuerdo con esta máxima, es justo afirmar que una vez hecha la ley, hay que probarla. La Ley británica contra la corrupción (UK Bribery Act) entró en vigor el 1 de abril de 2011. Ahora, tras más de dos años y medio, han comparecido ante la Corte de Magistrados de Westminster los primeros acusados por la oficina británica contra el fraude (SFO, por sus siglas en inglés) por haber infringido dicha ley.

La SFO ha recibido críticas esporádicas por haber tardado tanto en incoar un proceso judicial, pero es que las investigaciones de delitos de fraude de gran cuantía son un proceso largo. La minuciosa labor llevada a cabo en el proceso de preparación del caso ha enviado a la comunidad empresarial un mensaje claro: con esta ley no hay trampa que valga.

El caso se ocupa de Sustainable AgroEnergy plc, una empresa que fue sometida a administración judicial en marzo de 2012. Cuatro personas han sido acusadas de utilizar medios ilícitos para promocionar biocombustibles entre los inversores del Reino Unido. Las actuaciones judiciales han marcado la última etapa de una investigación de dos años. Según dicen, la SFO trabaja en estrecha colaboración con la policía en la investigación de entre veinte y treinta casos similares. Si alguien pensaba que la falta de procesos judiciales se debía a un falta de actividad se ha dado de bruces con la realidad.

Muchas empresas de todos los tamaños han visto la nueva legislación como una oportunidad para revisar y endurecer sus procedimientos, tanto en el mercado del Reino Unido como en el exterior. Los seis principios de prevención recogidos en la Ley británica contra la corrupción ofrecen unas directrices de trabajo excelentes. Un gran número de clientes de EVS Translations han decidido seguirlas, comprometiéndose así a desarrollar una actividad comercial segura y regulada en todos los mercados.

En las últimas décadas, la referencia internacional para la aplicación de las leyes antisoborno ha sido la Ley estadounidense sobre prácticas corruptas en el extranjero de 1977 (FCPA, por sus siglas en inglés). Si bien ambas leyes tienen muchos principios comunes, la ley británica profundiza aún más en el número de áreas fundamentales. Cabe destacar que mientras que la FCPA únicamente legisla en contra del soborno activo, la ley británica no sólo comprende los casos en los que se soborna, sino también aquellos en los que se acepta un soborno. Estas normas tan estrictas se pueden aplicar a cualquier operación comercial que tenga lugar en el Reino Unido, independientemente del lugar donde se efectúe el presunto acto de soborno. Por este motivo, algunas empresas han renunciado al comercio con otros países. Al parecer, la “cultura del soborno” está tan arraigada en determinados mercados que algunas compañías han decidido mantenerse al margen de forma radical. Edward Vick, Director Ejecutivo de EVS Translations, reconoce las dificultades pero cree que no hay que huir del problema, sino buscar soluciones: “El comercio internacional es el motor de nuestras economías: en los Estados Unidos, en el Reino Unido y en el resto del mundo. En 2010 celebramos la aprobación de esta ley contra la corrupción y ahora celebramos que se haya aplicado en la práctica. Si bien es comprensible que algunas empresas se muestren cautelosas ante las posibles sanciones en caso de incumplimiento, seguro que encontrar un modo de participar conforme a las reglas es una opción mejor que abandonar en mitad del partido.”

Este proceso judicial que se ha celebrado recientemente en Londres no es el primero a raíz de la Ley británica contra la corrupción. Hace dos años la Fiscalía General del Reino Unido logró que se condenara a Munir Patel, un empleado de la Corte de Magistrados de Redbridge que había aceptado alrededor de 20.000 £ a cambio de ayudar a más de 50 conductores para evitar que se les impusieran puntos de penalización. Evidentemente la SFO está persiguiendo presas más importantes y ya se ha enfrentado al primer caso de la que podría ser una larga lista. Los empresarios más perspicaces se asegurarán de mantenerse alejados de dicha lista.