15.08.2017

Reciclaje versus suprarreciclaje

Reciclaje versus suprarreciclaje - Palabra del día - EVS Translations
Reciclaje versus suprarreciclaje – Palabra del día – EVS Translations

Para explicar la diferencia entre reciclaje y suprarreciclaje tomemos como ejemplo un libro viejo. Digamos que ya no necesitamos el libro, pero que tampoco estamos dispuestos a tirarlo a la basura, ¿cuáles son nuestras opciones? En primer lugar, lo podemos entregar para reciclaje. En este caso, nuestro libro se mezclará con otros papeles usados, agua y sustancias químicas. Luego se cortará, calentará y filtrará hasta que se eliminen otros materiales adicionales como pegamento o plástico, y se retire la tinta y se blanquee el producto final de celulosa, hasta que se produzca el papel reciclado. A través de procesos prolongados que requieren el uso de energía y recursos, nuestro libro de papel de alta calidad pasará por un proceso de infrarreciclaje para convertirse en papel reciclado de baja calidad. Hemos hecho algo bueno: hemos minimizado los residuos y ahorrado recursos naturales (madera virgen), pero, aun así, la producción del papel reciclado ha generado algunos residuos, ha consumido energía y ha emitido gases con efecto invernadero, y el resultado final es un producto de menor calidad que el producto original.

¿Cuál es nuestra segunda opción? Podríamos echar mano de nuestra creatividad y convertir nuestro viejo libro en un estante o en un estuche para joyería, Así, al transformar el viejo libro en un nuevo objeto, le estaríamos agregando valor y finalidad de uso. El suprarreciclaje, en oposición al reciclaje, no destruye un producto para reutilizarlo como materia prima, sino que simplemente le da un nuevo uso a un producto viejo, generando así un mayor valor final para el medioambiente y para el usuario.

Si bien siempre han existido el reciclaje y el suprarreciclaje, vale la pena hablar de la historia de su implementación industrial masiva, desde la creación del centro de reciclaje conocido más antiguo de los Estados Unidos (la fábrica de papel Rittenhouse, fundada en Filadelfia en 1690 y en la que se hacía papel a partir de trapos reciclados de algodón y lino), pasando por la creación del Servicio de Recuperación de Residuos con el lema Don’t Waste Waste – Save It (No desperdicies residuos, presérvalos), en respuesta a la gran escasez de materias primas durante la Primera Guerra Mundial, hasta el actual llamado global a la sostenibilidad medioambiental y la transformación del suprarreciclaje de movimiento de arte y diseño en industria real.

La primera declaración registrada de importancia industrial se le atribuye a Reiner Pilz, de Pilz GmbH, quien en 1994, durante una discusión sobre la implementación de la directiva de la Unión Europea sobre Flujos de residuos de demolición, hizo un llamado al suprarreciclaje y distinguió entre reciclaje y suprarreciclaje: «Al reciclaje yo lo llamo infrarreciclaje. Destrozan ladrillos, destrozan todo. Lo que necesitamos es el suprarreciclaje para añadir, y no disminuir, valor a los productos usados.», señaló.

El concepto industrial de suprarreciclaje ingresó al imaginario colectivo en 2002, cuando el químico alemán Michael Braungart y el arquitecto estadounidense William McDonough publicaron el libro Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things, en el que presentan el enfoque cradle to cradle (de la cuna a la cuna), que tiene como objetivo diseñar productos e industrias sin impacto ambiental, desincentivar el infrarreciclaje y reciclar para el consumo responsable de materias primas, menor uso de energía, contaminación y emisiones de gas con efecto invernadero, y más bien, incentivar la fabricación de productos teniendo como objetivo el suprarreciclaje.

En 2013, los autores dieron un paso más allá y publicaron The Upcycle: Beyond Sustainability — Designing for Abundance, en el que recomiendan eliminar por completo el concepto de residuos a través de un mejor diseño y el uso de tecnologías, y en el que piden que la industria en vez de reciclar, cree productos que las generaciones futuras puedan utilizar y reutilizar una y otra vez gracias a la remodelación.

Hoy en día, son sobre todo las industrias de interiores y de la moda las que recurren al suprarreciclaje, impulsadas principalmente por satisfacer las necesidades de un mercado compuesto por una generación hipster urbana, y en menor medida por el cuidado medioambiental y la sostenibilidad. Y mientras esperamos para ver el futuro colectivo de la industria del suprarreciclaje, por qué no empezar con pequeños pasos, como darle un nuevo uso a ese libro que ya no queremos, construir un mueble con tarimas viejas, convertir una escalera de mano en estantes para libros, reemplazar la cristalería por frascos Mason, convertir unos viejos vaqueros en un bolso de tendencia o en un cojín, y seguir suprarreciclando.